Vistas de página en total

sábado, 11 de agosto de 2012

Colaboración en la revista de Ntra. Sra. de Consolación - 2012



CAPÍTULO UNO

La niña de la parroquia


Hoy quiero empezar hablándoles de mi abuela. Una mujer que falleció hace muchos años, pero que antes de agonizar, en su lecho de muerte, ella me confesó un relance que lo recordaré el resto de mi vida. Yo no sé hasta dónde proceder, ni desde donde renunciar a su crédito. Sin embargo se la voy a contar tal y como ella me la confió a mí y les aseguro que ni quito ni pongo nada. Ustedes pueden optar por cualquiera de las dos opciones, o como más lo estimen pertinente.


Era un ocho de Septiembre, lo recuerdo perfectamente. Por esa fecha, ella siempre me hablaba de nuestra Señora de Consolación y de su romería, pero yo era muy pequeñito y no entendía muy bien por qué me contaba a mí aquel suceso.


- ¿Sabes qué día es hoy? -me preguntó.
- Sí abuela, hoy es la romería  de Consolación. Me llevarás a la ermita como todos los años, ¿verdad?


Dos enormes lágrimas corrieron por su cara triste y apenada.


- No llores, tú siempre me has dicho que la Virgen es muy generosa, ya verás como ella te cura -le dije.
- No hijo, lo mío ya no tiene remedio, tienes que comprender que yo ya soy muy mayor y merezco pasar a mejor vida, al fin y al cabo aquí todos estamos de paso.
- ¿Quieres decir que algún día yo también me iré contigo, abuela?
- Sí hijo, pero eso será dentro de muchos años y como hoy no puedo llevarte a la ermita, voy a contarte un bonito relance que ocurrió hace muchos años y que únicamente yo tengo potestad para transferirlo.


Mi abuela comenzó así:


Eran las ocho de la tarde de un siete de Septiembre, tal día como ayer. Una jovencísima mujercita se arrodilló sobre un reclinatorio frente a la imagen de la virgen que habitaba en la parroquia del pueblo. La niña le rezaba con fervor y aunque la iglesia estaba abarrotada, aquella criatura pasaba desapercibida. Nadie parecía fijarse en ella. Sin embargo yo la vi -decía mi abuela.


 Eran las ocho y media y el cura comenzó a celebrar la misa diaria pero aquella criatura no haría ningún caso al párroco. Ella solo rezaba y rezaba a nuestra Señora. De vez en cuando yo veía como la niña le hablaba a la Virgen y a continuación una lágrima le bajaba de sus hermosísimos ojos que alumbraban como si fueran dos farolillos encendidos. Cuando la misa terminó y la parroquia se quedó aparentemente sola, la chiquilla miró hacia ambos lados y decidió levantarse, posiblemente para salir de aquel lugar. Pero en ese momento, un chaval, casi de su misma edad, se arrodilló a su lado y mirándola fijamente le sonsacó cariñosamente:


- Perdóname bonita, pero no  te  he visto nunca por aquí  ¿Cómo te llamas? 


La joven le contestó con otra pregunta:


- ¿Nos conocemos de algo?


El chiquillo sin dejar de mirarla le concretó:


- Creo que no te he visto nunca antes, pero te juro que nada me haría más feliz que llevarte mañana conmigo a la romería de la Virgen. Te aseguro que vamos a pasarlo muy bien.
- ¿A qué viene ese interés por mí? Como bien me has dicho antes, no nos conocemos de nada.
- No podemos saberlo -rebatió el chaval-, a lo mejor nos hemos visto alguna vez y no lo recordamos.
- Eso es imposible -contestó la chiquilla-. De haberte visto, yo lo recordaría. Esa expresión tuya es muy difícil de olvidar.
- Entonces… ¿qué me dices? ¿Aceptarás?
- No puedo prometerte nada -contestó la joven casi llorando-, porque cuando suenen en la torre las siete de la mañana es posible que no vuelvas a verme nunca más.
- La Virgen va a apenarse mucho si continúas pensando de esa manera. ¿Acaso quieres marcharte de mi pueblo sin visitar su ermita?
- Este no es solamente tu pueblo -le respondió-. También es el mío. Pero tus padres posiblemente no tuvieron la necesidad de emigrar a otra parte como los míos.
- Ahí es donde te equivocas, preciosa -contestó el chaval emocionado-. Yo he vivido ya en tantos pueblos, que a veces me creo que estoy en todas partes al mismo tiempo.


La chiquilla lo miró fijamente y después se fijó en la Virgen. En ese momento se quedó despavorida. Cuando quiso bajar su mirada, el chaval había desaparecido de su lado. En ese momento se asustó, e inmediatamente se levantó del reclinatorio y emprendió su huida hacia la puerta, pero antes de salir se le acercó el cura para preguntarle.


- ¿Ya lo has decidido?


La chiquita no supo qué decir, pero de sus ojos bajaron dos lágrimas. En vista de que la niña no le había contestado, el párroco volvió a preguntarle:


- ¿Tienes algún sitio donde dormir esta noche?
- No, señor –contestó-. Pero le aseguro que ya no es necesario.
- ¿Por qué dices eso? Creo sinceramente que eres muy joven para hablar de esa manera tan desagradecida.
- Es que me ha sucedido algo terrible y mi vida ya no tiene sentido.
- Perdóname jovencita si te digo que al pensar de esta manera no mereces estar ante la Virgen. ¿Acaso no se lo has dicho a ella de la misma forma que a mí? ¿O es que no te ha dicho también ella lo que debes hacer? ¿No será, que después de todo has decidido no obedecerle y de esa forma hacer que yo tenga remordimientos de culpabilidad durante toda mi vida? ¿Acaso crees que podemos decidir nosotros cuándo debemos nacer o cuándo abandonar este mundo? No, eso pertenece a alguien más noble que nosotros y más poderoso, sin ninguna duda.
- ¿Por qué sabe usted tantas cosas sobre mí? 
- Digamos que tú eres muy joven o…  ¡que yo tengo un contacto divino! Por eso, aunque no es muy cómodo, te ofrezco un sillón en la sacristía para que pases esta noche. Estoy seguro que cuando te despiertes por la mañana habrás cambiado de opinión. Y si continúas pensando igual que hoy puedes hacer lo que creas conveniente.


La joven no contestó, pero aceptó sin titubear. Al día siguiente antes del amanecer, el cura, que no se había marchado de la parroquia en toda la noche, abrió la puerta de la sacristía y ya no vio a la niña dentro. Posiblemente se había escapado por una pequeña puerta que daba a la parte trasera de la iglesia. Sin embargo, el párroco no se inquietó. Salió a la puerta, pero tampoco estaba en la calle.


El sacerdote debía cumplir con su trabajo y decir la misa de todos los días. Después de la ceremonia, hermanos de la cofradía subirían a hombros la imagen de Consolación y todos juntos emprenderían el camino para celebrarlo en su ermita.


Durante todo el camino, el sacerdote no dejaría de mirar a todas partes, intentando buscar con su mirada a aquella jovencita que había desaparecido sin decirle ni tan siquiera a Dios, pero no la divisó en ningún momento.


Por fin llegaron en procesión y a la virgen la posaron con lentitud sobre un sustentáculo en la puerta de su ermita, mirando a la multitud, mientras unos músicos aficionados le tocaban el himno nacional. El sacerdote miró hacia atrás y respiró hondo, porque en aquel momento acababa de llegar, pálida y sudorosa, la niña de la parroquia. Sus miradas se cruzaron, pero ninguno de los dos se dijo nada. Poco después la niña pidió confesión al sacerdote y admitió que a sus quince años recién cumplidos se había quedado encinta y sus padres la habían echado de su casa. El padre de la criatura tampoco quiso saber nada de ella ni de su futuro hijo. Por eso aquella joven confesó que se había tomado esa misma mañana  un tubo de somníferos, con la intención de quitarse la vida.


 El confesor intentaría convencerla para que se dejara curar por un médico, pero ella no consintió. Momentos después la niña se salió de la ermita y antes de llegar a la pista del baile, se desplomó en el suelo instantáneamente. En un santiamén y como por arte de magia, llegó aquel muchachito que había conocido en la parroquia el día anterior, con un médico de la mano y dado que la confesión no había sido en secreto, el cura también le refirió a aquel hombre que la niña se había tragado un bote lleno de pastillas. Entre los dos la entraron en la casa de la santera para reconocerla a fondo. El médico la examinó cuidadosamente, aquella joven tuvo mucha suerte, ya que el medicamento aún no le había hecho efecto en la sangre. Por eso, después de hacerle un pequeño lavado de estómago, la niña recuperó su interés por coexistir.


El chiquillo la invitó a pasear por todo el recinto romero. Pasaron por el puesto de chucherías y el vendedor le ofreció una bolsita de gominolas. La niña la cogió y a continuación miró a su amigo pero ya no lo vio por ninguna parte, otra vez había desaparecido sin decirle nada. La niña se quedó ensimismada ante el dependiente, pues no sabía si  debería comérselas o por el contrario pagárselas, pero ella no tenía ni un céntimo. Finalmente optó por devolverlas.


- Se lo agradezco mucho, señor -le dijo-. Pero yo no puedo pagarle esto que usted me ha ofrecido.
- Una niña tan bonita como tú no debería pagar en ninguna parte –le dijo el hombre sonriéndole.


La chica le dio las gracias, y nada más darse la vuelta para marcharse volvió a encontrarse de sopetón con su amigo que le traía tres helados “de los grandes”.


- Toma, cómetelos.
- ¿Para qué tantos helados? -preguntó sorprendida.
- Uno es para mí -dijo el chaval- y otro para ti.
- ¡Pero aún sobra uno!
- Ese es para tu niño, que estoy seguro de que le encantará.


La chica se ruborizó. Después comenzó a comerse aquel helado ante la  mirada de aquel simpático y misterioso amigo. 

Continuará en la próxima publicación.

lunes, 6 de agosto de 2012

Presentación Novela

El pasado sábado día cuatro de aAgosto se celebró en el salón de actos de la Divina pastora de Belalcázar, la presentación de la novela CUENCAS FURTIVAS  del autor José Molera Torrico. Presentada por Melisa Molera, con la colaboración especial de fray david y del escritor Villanovense Don Alejandro López Andrada, junto a numerosos vecinos de la localidad y visitantes de otras localidades.
La presentación resultó ser todo un éxito.

Así comienza

Queridos amigos, familiares y vecinos que nos acompañáis esta noche.

Lectores todos:

Antes de comenzar, deseo agradecer públicamente, el apoyo de Fray David, junto con todos los componentes de la asociación divina Pastora de Belalcázar, por haber permitido reunirnos hoy en este recinto para dar a conocer mi obra.

También deseo, ¿Cómo no? Agradecerles a todos ustedes, la gentileza que han tenido al venir esta noche para acompañarme, en este momento tan importante  para mí.

Y por último no puedo ser menos considerado con mi amigo Alejandro aquí presente… gran poeta y escritor, del  que me siento infinitamente agradecido por su presencia aquí, y en este momento.

Don Alejandro López Andrada…Gracias de todo corazón

Dicho esto, paso directamente a contarles algunas anécdotas que me ocurrieron  mientras escribía, aunque a mí  personalmente no me gustaría alargarme mucho por dos razones muy importantes. La primera es lógicamente para no hacerme el pesao.  La segunda y más importante es porque no me gustaría destripar la historia antes de que ustedes la lean. Ya que en una novela, si te entusiasmas demasiado, puedes meter la pata perfectamente sin darte cuenta y sobre todo yo,  que si me valiera en este momento,   me gustaría leérsela toda de un tirón, pero entonces ustedes  perderían todo su interés.  Por  eso he decidido escribir esta chuleta para no pasarme de rosca en ningún momento.

En primer lugar quiero decirles que he elegido a mi hija Melisa para que esta noche sea ella la persona que me represente en este recinto. Y  quiero explicar por qué.
La he elegido a ella, porque creo sinceramente que hasta este momento, ninguna otra persona puede conocerse Esta novela como ella la conoce, con todo lujo de detalles.
Confieso no obstante, que no ha sido nada fácil para ninguno de los dos,  porque yo, puedo tener la mente muy abierta, como dice ANA en su prólogo, pero de ortografía estoy pegao, por eso he tenido que recurrir a ella para que me corrija: los puntos las cosas las tildes etc. etc.
De ahí que ella conozca mi novela casi, tanto como yo.

También reconozco públicamente que Melissa tiene una formación, como veinte veces por encima de la mía,  pero no por eso debería expresar mi sentimiento de la misma forma que yo.  Es por eso que  siempre me mantuve en mis trece a la hora de corregir, para que nunca me cambiara ni una sola palabra, pues aunque ella tenga ese don para adornarlas y yo seguramente carezca de esa vitamina, he querido escribirlas tal y como a mí me salen de dentro. De esta forma se ve claramente que son mis propias palabras, por el contrario, si cambia la forma de expresarme no parecería que la he escrito yo aunque quiera decir la misma cosa.

No obstante  yo les aseguro que me costó mucho trabajo convencerla, pero al  fin conseguí que me obedeciera, aunque no quedara tan bonita ni tan refinada como ella hubiera deseado. Tanto es así, que quise titularla  A MI MANERA.  Aunque en el último momento cambiara de opinión. Para titularla, CUENCAS FURTIVAS.

¿Por qué quise escribir esta novela?

A menudo las personas podemos pensar que escribir una novela es fácil,  te sientas en una mesa, te inventas una historia totalmente ficticia y ya está, ¡No es así! yo les aseguro que no es tan fácil. Al menos para mí. Y no crean que  con esto  intento echarme flores, o tal vez ponerme una medalla. Eso sería totalmente incierto. Pero uno empieza desde el principio con una gran ilusión  creyendo que la va a terminar rápidamente, Y termina con la  sensación de querer empezarla de nuevo. Porque nunca encuentras el final perfecto para tu obra. Ni el título correcto, Bueno de eso último mejor ni les hablo. Eso es como los padres, que se pasan los nueve meses pensando que nombre ponerle a su futuro bebé y no se deciden  hasta el momento en que el cura le pregunta, ¿Qué nombre le vais a poner al niño?. Y uno de los dos le contesta…Ese mismo que usted acaba de decir Padre Cura. ¿Para qué vamos a quebrarnos la cabeza verdad?. Pues algo así debió pasarme a mí. 

Porque no les exagero si le digo que me he inventado mas de cien títulos para mi novela. Pero nunca estuve de acuerdo con ninguno. Si bien es cierto que algunos le venían como anillo al dedo.

Un día, yo creía tener mi novela terminada y dispuesta para llevarla a la Imprenta, pero pronto me fijé en una  fecha que  no me cuadraba.  Bien, pues por culpa de aquella menudencia tuve que cambiar la mitad de la historia, porque ya no coincidía con ninguna de esa  trama que debe tener toda novela. Eso me llevó un mes de retraso en la presentación, y al final me ha tocado correr a tira más tira, porque llegaba la hora de la presentación y no la tenia terminada. Así que no me lo tengan en cuenta si encuentran algún pequeño fallo en la escritura.

Otra cosa que muchos de ustedes se preguntaran es, porqué se titula CUENCAS FURTIVAS y qué tiene que ver el arroyo CAGANCHA en la portada?


Como ya les he dicho antes, me he inventado un montón de títulos, pero al final… casi en el último momento, se antepuso en mi mente un antiguo recuerdo de mi infancia.

 Yo apenas si tendría catorce años y ya estaba trabajando con  mi padre, y mi hermano,  mayor en  la finca GAVILANES, una hacienda propiedad de Don Santiago Villalobos, cerca de la nava, junto a Cabeza del Buey. Un día, mi padre tuvo que venirse al pueblo, lloviendo, con los burros de cabestro y cargados con seis sacas de picón para venderlo  y no dejó de lloverle en todo el camino, desde las nueve la mañana que salió de la finca. Mi hermano y yo nos quedamos en la casilla y cuando ambos pensábamos que él, habría llegado al pueblo sobradamente, ya que, casi estaba anocheciendo, se presentó en la finca de regreso con un solo burro de cabestro.

Mi padre parecía haber visto el mismísimo diablo en persona. Estaba totalmente pálido, amarillo. Parecía exactamente que había cogido la enfermedad del paludismo.

Nosotros rápidamente nos dimos cuenta de que le faltaba un pollino y el que traía con él, venía descargado del picón y despojado de su  aparejo. ¿Qué le ha pasado? le preguntamos. Mi padre, temblando de frio y de miedo, solo pudo decir: no he pasado más fatigas, ni más miedo en toda mi vida. Y ya no pudo decir nada más porque se le hizo un nudo en la garganta y no paró de llorar en toda la noche. Al día siguiente ya más tranquilizado nos contó el trágico incidente que le había sucedido, al intentar cruzar  uno de los arroyos y porqué volvió sin el otro burro. Sin embargo y a pesar de todo,  mi padre le daba gracias a Dios porque él mismo reconocía haber tenido mucha suerte.

Y de ese recuerdo nació CUENCAS FURTIVAS.

Por eso, en memoria de aquel trágico suceso la he titulado con ese nombre.  Pero no porque nos ocurriese a nosotros, sino porque una cosa muy parecida  les sucedió a los protagonistas de mi novela.

Ya verán como cuando ustedes lleguen leyendo a ese punto, yo les aseguro que se acordaran de esto que les estoy contando y entonces comprenderán perfectamente lo que a mi padre pudo haberle sucedido en aquel arroyo y porqué  volvió, asustado, sin burro y mojado hasta los huesos.

Y le he puesto el arroyo en la portada porque pienso que ese arroyo bandeando agua, hasta desbordarse por todos sus límites, mientras todos los vecinos del pueblo y curiosos de otras localidades, lo ilustrábamos en la memoria de nuestros teléfonos móviles o nuestras cámaras, bien merece su aparición, en una buena portada.


Además no sería inteligente por mi parte, que con las cosas tan bonitas que tenemos en nuestro pueblo, pongamos una portada de otra parte, que no sepamos ni lo que es, ni lo que quiere decir.

Ya para finalizar voy a responderle a una pregunta que me han hecho varias personas en la calle.

“Josele”. ¿Esta historia que tú cuentas en tu libro es real, o solo es resultado de tu imaginación?

Me explico: Siempre se ha dicho que la mujer del Cesar, además de ser buena tiene que parecerlo, pues en cualquiera de los dos casos, la realidad no está reñida con la ficción, sin embargo todos sabemos que novela es una obra literaria en prosa. En la que se narra una acción fingida en todo o en parte, y cuyo fin es causar placer estético a los lectores. Con la descripción o pintura de sucesos o lances interesantes, así como de caracteres, pasiones y costumbres.

Por otra parte, al contrario que la mujer del Cesar, la historia de una novela no tiene por qué ser cierta. Simplemente podría ser una gran novela, si la historia que se cuenta  es aparentemente real.   Una de las novedades de CUENCAS FURTIVAS es  la dedicatoria, que en lugar de ir en una de las primeras páginas como en la mayoría de los libros, esta…  la  encontrará en el final, y paso a explicarles por qué.

Yo, me he dado cuenta que Melissa tiene un pequeño capricho. Empezar  a leer por el final, y no quiero decir con esto que se lea los libros de atrás pa lante  como los árabes, que escriben de derecha a izquierda. ! No es eso!  Pero primero se lee la última página y si le gusta  el final, empieza por el principio… y se lo manduca en un momento. Pero si por el contrario, el final no le ha gustado…cierra el libro y lo hecha al baúl de los recuerdos. 

Estoy de acuerdo con ustedes, que eso sea una manía como otra cualquiera, pero  a mí, me hizo pensar, y me dije; ¿Qué más da firmarlo por el final como por el principio? Si ella tiene la costumbre de leerlo así, ¿Por qué no puedo hacer yo  también algo diferente a los demás?.  Y sin pensármelo dos veces lo hice. Ahora,  Espero que ustedes me juzguen. Sin embargo y después de todo sigo pensando, que no estaría nada mal, si cada uno de nosotros hiciéramos algo nuevo de vez en cuando. Para variar.


Finalmente yo entiendo por novela algo que al leerla te haga vibrar de pasión o de rabia, o las dos cosas al mismo tiempo. Y que mientras la estás leyendo, te sientas protagonista, desde el principio hasta el final. Sin importarte para nada, si es real, o si es quimera.

Y cuando eso sucede podemos considerarla… eso… una gran novela.

Yo sinceramente, he de confesar, que me he sentido protagonista en más de una ocasión y es por eso que me emocionaba conforme la iba repasando. Posiblemente será, porque, por suerte o por desgracia, a mí me han tocado vivir escenas, que si no fueron iguales, seguramente serían muy parecidas. Y eso es lo que te hace ese nudo en la garganta que no te deja respirar.

Ahora sin más preámbulos y para no hacerme mucho el pesao’ como le dije al principio le doy paso a Melisa para que ella le presente esta novela titulada, CUENCAS FURTIVAS.




Buenas noches queridos amigos aquí presentes: Al igual que mi padre, yo también agradezco a todos ustedes su presencia en este lugar.
Es para mí un orgullo y una gran responsabilidad estar aquí para presentarles este libro. Pues aunque me considero una lectora insaciable y después de conocer tantas obras de tantos autores diferentes, he de admitir que nunca hubiera imaginado que mi padre llegara a presentar un trabajo de tanta calidad.  Y es que no es fácil escribir una novela, tanto si es ficticia como si es real, y mucho más si se trata de mi padre, al que siempre le he escuchado decir que el único título de valor que tiene es el certificado de estudios primarios. Pero está claro que nadie sabemos hasta donde puede llegar nuestro conocimiento si no lo intentamos alguna vez.

Antes de nada, he de hacer una pequeña aclaración. Y es que yo en este libro, únicamente he puesto mi pluma para corregirle las faltas ortográficas, por eso, todo el mérito de esta obra es suyo. Y de nadie más. Aunque no niego que alguna vez se me ocurría cambiarle alguna palabra o frase, pero él, siempre convertido en mi sombra, volvía a cambiarla a su manera.

CUENCAS FURTIVAS es,
Una historia de amor, intriga y drama, adornado con unas pinceladas de humor de vez en cuando.
De esta novela yo destacaría la sencillez con la que se nos presenta cada personaje. Cada cual, cuenta con su propio drama y conforme nos vamos adentrando en la historia, estas vivencias irán encajando unas con otras perfectamente.
  Chema y María, son dos jóvenes que se enamoran mientras ambos cuidaban de sus familiares enfermos en el mismo hospital y a través de esa historia que ellos viven, iremos conociendo a muchos personajes que nos llegarán al corazón (y otros no tanto, y sobre todo uno en especial, es el caso de Rafael, que será como un chinato en el zapato, molesto y puntilloso).

María es una muchacha joven, decidida y con mucho carácter.
Una noche mientras estaban viendo una función en un circo gitano, una acróbata cayó al suelo fulminante y a falta de un médico, ella intentaría salvarle la vida. Ahí demuestra una vez más su  coraje y su buen hacer.

Chema al igual que María es un joven humilde y campechano, que siempre estará dispuesto a ayudar a sus semejantes. Cuando tiene que hacer algo, no parará hasta conseguirlo, y si alguna vez se le ocurre decir “CESTA”, ha de ser con dos asas. Porque si se proponía, algo era seguro: y es que no pararía hasta la muerte, si no lo conseguía antes.

La abuela Estefanía, una anciana de mediana edad, es una mujer muy liberal que hace muy buena liga con los muchachos. Ella narra una de las historias más emotivas y espeluznantes de la obra, y confieso que me encantaría revelarles algo sobre ella, pero no lo haré por miedo a meter la pata.

Aparte de Estefanía, uno de los personajes que para mí tiene especial mención es Sor Pepita. Una monja, de unos ochenta años, tullida de dolores con la cual no pude parar de reír. Ella es uno de los ejemplos de que aunque todo pueda convertirse en un drama, siempre hay un lugar para el humor en esta novela. En una de sus conversaciones con Chema, la monja le explica que ha perdido la cuenta de las veces que se ha confesado a causa de las palabrotas que decía durante el día, pero ella se protegía diciendo.
“La culpa la tienen los animales de mi granja, que me ponen atacá de los nervios. Y cuando la Madre superiora revolvía la cabeza añadía: “y de las monjas, que son todas unas pejigueras”.

Estrellita es el personaje más joven de la novela y también uno de mis preferidos. Esta chica es una niña con carácter, que no se achanta ante nadie y ante nada y es capaz de poner en jaque a medio pueblo con sus ocurrencias. Ya que como bien decía Chema, esta chiquilla estaba en la edad del pavo.
En una de sus hazañas, Estrellita reunió a todos sus amigos en la peña flamenca del pueblo, para protagonizar una de las escenas más sentimentales y a la vez más terribles de toda la obra.
Ella comenzó dedicándole a su hermano Manolo, al que amaba en secreto, una canción. Pero cuando menos se lo esperan, la chica saca de su bolsillo un puñal y se lo asesta en el pecho para intentar quitarse la vida. Su hermano hará mil filigranas para  intentar salvarla. Entre otras cosas, porque él sabía que a Estrellita le sobraba valor para hacerlo.
He aquí unas estrofas de su canción.                         

Solo de escuchar su nombre 
 me alimento el pensamiento
  y si me deja ese hombre
me muero de sentimiento

Es el más noble y sincero
mas sencillo y más gentil,
Y de noche mientras duermo
Llorando por él me muero
Sin podérselo decir

Hermano mío…
Arcoíris de mil colores
para olvidarme
te pueden sobrar razones,

pero te juro… si me dejas de querer
con mucho orgullo besándote moriré,
yo pronto moriré. 


Hecha algunas presentaciones, voy a continuar con el argumento de la novela.


Estos chicos se enamoran perdidamente el uno del otro, pero el destino tiene otros planes para ellos y un día, sin saber muy bien por qué, Estrellita le entregaría una carta de María, escrita de su puño y letra. He aquí algunos fragmentos de esa carta:


 A mi querido y bien amado José Manuel:

Después de leer esta carta, te ruego que me olvides y te cases con otra mujer. Después de saberlo, yo me moriré de pena y de celos.

Pero por lo que he podido saber hoy, es imposible continuar nuestro amor.

Aunque los dos estemos solos en un sin vivir, te digo mi querido Manu, que el daño que hoy pueda causarte  con mi decisión, te lo he de pagar algún día sobradamente.

Aquello daría un tremendo vuelco a sus vidas.

A partir de este momento, el chico comenzaría a buscarla por cielo y tierra y surgirá una cuenta atrás llena de historias emocionantes y a veces un tanto conmovedoras.


Durante esa búsqueda, también aparecerá un personaje muy importante. Un joven franciscano, que conforme va avanzando la historia, nos dará a entender que sabe bastante más de lo que cuenta. Como demuestra cuando explica que ha conocido a María en uno de sus muchos viajes como misionero.

  Pepe Castillo es el Sargento de la Guardia Civil de Zarzaumbría y conoce a Chema, de toda la vida. Una graciosa conversación que mantienen es cuando le pregunta al muchacho: Chema, ¿te sigues asustando   cuando me ves? Y Chema le contestó: ya sabes que sólo se me eriza el pelo cuando te pones el traje verde.

También al final de la novela, hay un último capítulo, donde además de desvelar muchas incógnitas que fueron surgiendo durante toda la historia, es donde el autor da a conocer su propia identidad.


Y ya para finalizar me gustaría destacar que también los versos y canciones han tenido un lugar importante en esta obra. Por eso quiero terminar mi intervención con este verso que el autor escribe al final de su novela con la intención de identificarse con su apodo públicamente: 


Efectivamente muchachos.

Desde ahora ya  sabéis,

  mi abuelo era aquel tío macho,

 además, saber debéis,

que nunca fue un hombre malo.

y que a mucha honra yo soy

el nieto de patapalo.


Y he aquí nuestra pequeña intervención. Espero que les haya gustado y no hayamos parecido muy pesados. Sólo deseamos que se hayan sentido a gusto junto a nosotros y al menos, les haya atraído esta obra, que sin duda, está hecha con amor y esfuerzo. Muchas gracias y buenas noches.