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sábado, 15 de diciembre de 2012

"Feliz" Navidad


Así es la navidad, un lío constante. Época de pasar tiempo con la familia, con la que tienes partirte en diez para poder estar con todos y ninguno se incomode. Centros comerciales abarrotados de gente que da la casualidad siempre llega antes que tú y se lleva lo que tú querías y tienes que conformarte con lo que nadie quiere. Pero no pasa nada, porque tú lo entregarás con una sonrisa diciendo: lo escogí personalmente para ti, porque te pega, es como tú. Tus tripas se retuercen por la mentira que acabas de echar pero sigues adelante, porque es navidad, y además sabes de sobra que harán lo mismo contigo.
La televisión es un asco, cincuenta canales y sólo hay películas de tema navideño del año la pera y anuncios y más anuncios de juguetes carísimos de los que se encapricharán los niños. Pero claro, tú eres el único que lee la letra pequeña donde dice: más de 60 €.
La cena... la compartirás con gente que quieres y con otros que tendrás a tres sillas más allá porque no los soportas. Pero seguirás enseñando dientes y comerás hasta hartarte para no tener que hablar con ellos.
Entre marisco y algún que otro plato jamón, tomarás las uvas riéndote de la cara del que tienes enfrente y procurarás no atragantarte con las pepitas que tu madre no ha querido quitarte porque ya eres lo suficiente mayor para comerlas tal cual. La noche de reyes te saldrá algún que otro chichón por los caramelazos de unos pastorcillos con mucha puntería y cogerás unas agujetas de muerte por recoger esos caramelos pegajosos, que aunque no los quieres luego para nada, te da cosa no agacharte a por algunos y así recordar tu niñez.
Bendita navidad.
Por: Melissa Molera

viernes, 14 de diciembre de 2012

Canciones

Estos fandanguillos de Huelva están incluidos en mi libro: El Último Cuento
Letra original: José Molera Torrico

Laura le llaman de nombre
y a su madre Margarita;
Laura le llaman de nombre
y yo le llamo Laurita
porque entre todas las flores
siempre fue la más bonita.



Aunque me fui de tu vera
no pienses que no te quiero,
aunque me fui de tu vera
yo te amo con gran esmero
y hasta después que me muera
te diré cuánto te quiero.



Eres la flor más hermosa
que creció por mi jardín;
eres la flor más hermosa,
tú siempre fuiste "pa" mí
la más mimada y graciosa
rosa de pitiminí.



Media vida yo te di
sin saber que me querías.
Y ahora que estoy junto a ti
la otra mitad yo daría,
por tenerte junto a mí
"pa" los restos de la vida.

Un día de Septiembre

Cuentan de un joven que un día, a la dehesa se fue
a vender polos y helados... y granizada también.

Y sucedió al chico aquel, que a las diez de la mañana
se le formó un gran pastel. ¡Y madre mía, qué pastel!

Mientras tocaba la banda, él no sabía qué hacer.
La mercancía estaba blanda y no se podía vender.

El joven ya no podía detener aquel bajón,
y se encomendó a María, Virgen de Consolación.

En aquel divino instante una mujer con su niño,
se acercó para comprarle un helado y un pestiño.

El joven desesperado a la mujer le explicó:
"No puedo venderte helado, porque no enfría el motor".

"Éste me lo ha prestado un señor muy buena gente,
y aunque no me es aparente, no estoy por eso enfadado".

"El caso que me ha pasado, es que no manda corriente
para enfriar los helados que me demanda la gente".

"Dime por favor ¿qué ves dentro de esta botella?
y adivina lo que es, que a mí me ha mandado Ella". ¡Dijo la buena mujer!

"Es la virgen más bella, Reina de Consolación.
Patrona de la Dehesa, que baja en procesión".

Contento ya parecía el chaval entre la gente,
y la mujer sonriente de esta forma le decía:

"Voy a coger con mis manos todas las barras de cortes,
que se las lleve mi hermano en el camión de los portes".

Cuando la Virgen llegó, aquello era la caña.
Y un Serafín le cantó: el himno de nuestra España.

El chico se arrodilló ante aquella Inmaculada
¡y por Dios! que se escuchó, lo que la Virgen le hablaba.

A partir de aquel momento el motor subió de tono,
la máquina ya enfriaba, lentamente, poco a poco.

La gente estaba cantando y a la patrona meciendo.
Todos helados comprando y él granizada vendiendo.

El mayordomo en su cumbre al final de la jornada,
con el cepo de costumbre pidió una humilde donada.

Lo que ganó en todo el día el chavalillo cogió.
Los mil duros que tenía y en el cepo los metió.

El mayordomo era adulto; honrado y hombre de bien,
y dijo que no era justo que pagase como quien.
Otros escurriendo el bulto le echaron uno de cien.

Dedicado a Nuestra Señora de Consolación. Belalcázar.