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viernes, 14 de diciembre de 2012

Un día de Septiembre

Cuentan de un joven que un día, a la dehesa se fue
a vender polos y helados... y granizada también.

Y sucedió al chico aquel, que a las diez de la mañana
se le formó un gran pastel. ¡Y madre mía, qué pastel!

Mientras tocaba la banda, él no sabía qué hacer.
La mercancía estaba blanda y no se podía vender.

El joven ya no podía detener aquel bajón,
y se encomendó a María, Virgen de Consolación.

En aquel divino instante una mujer con su niño,
se acercó para comprarle un helado y un pestiño.

El joven desesperado a la mujer le explicó:
"No puedo venderte helado, porque no enfría el motor".

"Éste me lo ha prestado un señor muy buena gente,
y aunque no me es aparente, no estoy por eso enfadado".

"El caso que me ha pasado, es que no manda corriente
para enfriar los helados que me demanda la gente".

"Dime por favor ¿qué ves dentro de esta botella?
y adivina lo que es, que a mí me ha mandado Ella". ¡Dijo la buena mujer!

"Es la virgen más bella, Reina de Consolación.
Patrona de la Dehesa, que baja en procesión".

Contento ya parecía el chaval entre la gente,
y la mujer sonriente de esta forma le decía:

"Voy a coger con mis manos todas las barras de cortes,
que se las lleve mi hermano en el camión de los portes".

Cuando la Virgen llegó, aquello era la caña.
Y un Serafín le cantó: el himno de nuestra España.

El chico se arrodilló ante aquella Inmaculada
¡y por Dios! que se escuchó, lo que la Virgen le hablaba.

A partir de aquel momento el motor subió de tono,
la máquina ya enfriaba, lentamente, poco a poco.

La gente estaba cantando y a la patrona meciendo.
Todos helados comprando y él granizada vendiendo.

El mayordomo en su cumbre al final de la jornada,
con el cepo de costumbre pidió una humilde donada.

Lo que ganó en todo el día el chavalillo cogió.
Los mil duros que tenía y en el cepo los metió.

El mayordomo era adulto; honrado y hombre de bien,
y dijo que no era justo que pagase como quien.
Otros escurriendo el bulto le echaron uno de cien.

Dedicado a Nuestra Señora de Consolación. Belalcázar.

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